Los coronavirus son una extensa familia de virus que pueden causar enfermedades tanto en animales como en humanos. En los humanos, se sabe que varios coronavirus causan infecciones respiratorias que pueden ir desde el resfriado común hasta enfermedades más graves como la neumonía.
El SARS-CoV-2 es un nuevo coronavirus identificado a finales de 2019 como causa de un brote de enfermedades que se originó en Wuhan, China. Se presume que se originó por transmisión de animal a humano (probablemente murciélago). Posteriormente el virus se fue contagiando de persona a persona, extendiéndose progresivamente hasta alcanzar a países de todos los continentes, siendo declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud.
“CO” = “corona” “VI” = “virus” “D” = “disease” “19” = “año 2019”, momento en que se indentificó.
Los primeros reportes de la enfermedad por COVID-19 fueron el 31 de diciembre del 2019. El virus se identifica en contexto de la notificación de un conglomerado de neumonías en la provincia de Hubei, China, concentrados en la ciudad de Wuhan. El 1 de enero, la OMS entra en alerta, y el 4 de enero se informó al público. Al día siguiente se emiten las primeras recomendaciones, basadas en los brotes previos de SARS y MERS, enfermedades similares al COVID-19, al ser causadas también por otros tipo de Coronavirus y tener una presentación con falla respiratoria en lo/as pacientes más graves. Las orientaciones técnicas (para profesionales de la salud), se empiezan a publicar el 10 de enero.
El 12 de enero, China hace pública la secuencia genética del virus, y comienza la carrera por una vacuna. El 13 de enero se confirma el primer caso fuera de China, en Tailandia.
El 22 de enero la Organización Mundial de la Salud (OMS) emite confirmación de que el nuevo coronavirus se transmite entre seres humanos. El 30 de enero, luego de visitar China, la OMS declara estado de Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional (ESPII). En ese momento, existían en el mundo 7.818 casos, con presencia del virus en 19 países.
El 3 de marzo se confirma el primer caso en Chile. A partir de los primeros casos importados, la enfermedad comenzó a propagarse por todo el territorio nacional. El 18 de marzo se dictó en nuestro país el Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe, el cual permanece hasta el día de hoy, luego de una prórroga del mismo.
Desde que empiezan los casos, se adoptan distintas medidas de distanciamiento físico. Se implementan cuarentenas en distintas comunas y regiones del país. También, a partir del 16 de marzo se cierran colegios y salas cuna. También instaura un toque de queda, se prohíben reuniones y se establecen cordones sanitarios.
Durante estos meses, la comunidad científica internacional ha trabajado junta y cooperado como nunca antes en la historia. Se han realizado esfuerzos conjuntos tanto en la evaluación de tratamientos posibles, como en el desarrollo de una vacuna. Así mismo, la comunidad médica de los diferentes países ha cooperado compartiendo información, y entregando atención a los pacientes contagiados.
El SARS-COV2 provoca un amplio espectro de síntomas que pueden aparecer desde 2 a 14 días después de la exposición al virus.
La fiebre y la tos son los síntomas que más se reportan. Sin embargo, la ausencia de uno de estos no descarta la posibilidad de tener la enfermedad.
Así mismo, la disnea (sensación de falta de aire) corresponde a un síntoma de alarma que debe motivar la consulta a un servicio de urgencia. Pacientes con presentaciones severas de la enfermedad desarrollan disnea generalmente hacia el final de la primera semana de sintomatología.
- Fatiga, cansancio o decaimiento
- Congestión nasal y rinorrea (secreción nasal)
- Anorexia (Pérdida del apetito)
- Náuseas y vómitos
- Disnea (sensación de falta de aire)
- Cianosis (Coloración azulada en los labios o el rostro)
- Dolor o presión persistente en el pecho
- Confusión (desorientación, ideas confusas)
- Incapacidad de despertarse o permanecer despierto
La mayoría de las personas tendrán un cuadro leve (40%) o moderado (40%) y se recuperarán sin necesidad de tratamiento hospitalario. Sin embargo, 15% tendrá una enfermedad severa con necesidad de recibir oxígeno y un 5% tendrá un cuadro crítico.
Personas mayores, así como pacientes inmunodeprimidos, podrían no presentar fiebre. En cambio pueden presentar síntomas atípicos, como desorientación o confusión, desconcentración, cansancio, disminución del estado de alerta, reducción de la movilidad, diarrea, pérdida de apetito.
Las manifestaciones clínicas suelen ser más leves en los niños y lactantes, pudiendo estar ausente tanto la fiebre como la tos. De forma reciente se ha descrito un síndrome hiperinflamatorio que produce insuficiencia multiorgánica denominado síndrome inflamatorio multisistémico temporalmente asociado a la COVID-19 en niños y adolescentes..